Uno de nuestros objetivos es que la convivencia en el aula y en el centro sea lo más grata posible para todos/as y que nos respetemos. Ello presupone una responsabilidad que no solamente asumen los docentes sino también los niños y niñas, que han de participar en lo que se hace o decide, dentro de normas que son generales y aplicables a todos.
Pretendemos que asuman el cumplimiento de las normas como un “compromiso” propio, y no como algo que se les impone como símbolo de autoridad. Las normas deben ser interiorizadas por decisión propia, y no impuestas desde fuera. En la medida en que se consolidan, se van convirtiendo en patrones de comportamiento y van paulatinamente volviéndose rasgos de la personalidad.
Como podréis observar, todas las normas están elaboradas en positivo. Por ejemplo, si decimos: no se pega, ¿implica eso que sí se puede insultar o empujar? Esa frase no aclara casi nada. Por el contrario si la norma es: "Somos amigos y amigas por eso nos tratamos bien". Esto deja claro que todo lo que hagamos que dañe al compañero o compañera no está permitido y en el día a día se va aclarando y hablando.
Veamos cuales han sido, hasta ahora las normas que se han propuesto en nuestra aula:
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